Montse Hidalgo Pérez,lanacion.com
En el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología de España (Muncyt) encajan dos objetos separados por casi veinte siglos de progreso. Un biberón del siglo II y una moto eléctrica del siglo XXI. “La ha donado la Universidad Carlos III, pronto se incorporará a la colección”, comenta Marina Martínez de Marañón, directora de la institución. En el intervalo que va de un artefacto al otro cabe una colección de 18.000 artículos que se exponen parcialmente en las tres sedes del museo: astrolabios, gramófonos, microscopios, autos de carreras, la primera computadora que pisó España, un iPhone…
“Nuestra voluntad es ser capaces de coleccionar la tecnología que se está haciendo. Todos necesitamos un poco de distancia para valorar y observar las cosas y ser capaces de ver qué es lo que va a ser relevante en el futuro, de todo lo que estamos produciendo ahora. Pero no somos un museo de Historia. Queremos estar al día”, explica la directora de Muncyt. Se dice pronto, pero no es tan fácil hacerlo realidad. El ritmo atropellado de la tecnología actual y la paradójicamente rápida degradación de los materiales más modernos complican el diseño y conservación de las colecciones que tendría que retratar nuestros avances ante las civilizaciones venideras. “La tecnología es obsolescente, sucede, pero el rasgo típico de esta economía capitalista en la que nos hemos movido en el último siglo es ese: el de la obsolescencia programada. El del diseño de objetos hechos para no durar. Para que no podamos repararlos. Esto lógicamente condiciona nuestro trabajo en el hecho de que vamos a tener muchas más piezas que coleccionar”, señala Martínez de Marañón.
¿Cómo mostraremos nuestro presente, tan marcado por la obsolescencia programada y la constante proliferación de artefactos y la intangibilidad de lo digital, en los museos del futuro? En el Cooper Hewitt, división de diseño del Smithsonian, se hicieron algunas preguntas más: ¿Cómo experimentarán e interactuarán con las exhibiciones las generaciones futuras? ¿Cómo entenderán las tecnologías que daban forma a nuestro mundo? ¿Cómo tienen que evolucionar las prácticas de adquisición, curación y conservación de los museos para hacer posible esta visión? El resultado del interrogatorio fue el Digital Collections Materials Project (DCMP), dos años de exploración que han servido para identificar los retos de preservar nuestras ahora modernas invenciones y creaciones cuando el tiempo las convierta en reliquias.
Muerto el hardware se acabó el software
Los materiales son el primer quebradero de cabeza. “El primer y más urgente desafío es la obsolescencia y degradación del hardware. La obsolescencia del software también es una gran preocupación, pero ésta la dicta y la determina la decadencia de los objetos físicos en los que tiene que ejecutarse”, explican en el informe final del DCMP.
Fuente: Yahoo Noticias.