Alrededor de 40 familias de seis comunidades de Apolo obtienen su primera cosecha orgánica de la variedad catimor, después de que perdieran casi el 90% de sus cultivos debido a una plaga.
Seis comunidades leco de Apolo apuestan nuevamente por el café orgánico después de que la plaga denominada roya ocasionó la pérdida de más del 90% de sus cafetales, entre 2013 y 2015. Este año obtendrán su primera cosecha de la variedad catimor y esperan conformar una asociación que les permita exportar su producto.
Chirimayu es una de las seis comunidades afectadas que integran la Central Indígena del Pueblo Leco de Apolo (CIPLA). Como gran parte de la producción cafetalera en el norte de La Paz fueron atacadas por la roya, un hongo que afecta principalmente el follaje, produce defoliación y básicamente termina secando la planta. Así fue que perdieron sus cultivos de las variedades criolla y caturra.
“Para hacer crecer las nuevas plantas hemos trabajado con los técnicos en el proceso de producción desde la elaboración de los almácigos, (…) hasta el embolsado de las plantitas en donde se siguen desarrollando”, detalla Quispe, que a su vez en uno de los fundadores y excapitán grande de CIPLA.
El apoyo técnico al que se refiere Quispe forma parte de un paquete brindado por la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS). El trabajo inició el 2012 con el apoyo de la Cooperación Danesa y actualmente continúa gracias al Fondo Nórdico Climático.
“A diferencia de los cultivos en otros sectores, en el pasado en los suelos en los que ahora tienen los cafetales se cultivó yuca, plátano o coca. Por eso el café tiene otro tipo de desarrollo, tarda un poco más y requiere más abono”, indica el responsable técnico de la WCS, Abel Pérez Ovando.
Una de las implementaciones técnicas del proyecto son los plantines de café que crecen en un sustrato especial, entre dos y tres meses. Una vez fortalecidos y más desarrollados son trasplantados al suelo.
Para mejorar los suelos se han hecho enmiendas con abonos orgánicos como estiércol de ganado, de gallina, entre otros.
Emina Mejía, esposa de Quispe, muestra su nuevo tanque de fermentación. Es un espacio especial dentro del cual se introduce el café despulpado durante 10 a 14 horas.
Posteriormente, se lava el café en canales contiguos al tanque de fermentación para trasladar el producto a las tarimas en donde se realiza el secado tradicional del grano, que puede prolongarse de cuatro a cinco días. El tiempo de este proceso como el del fermentado depende mucho del clima.
“Nosotros cuidamos mucho las plantas porque sabemos que así pueden dar más frutos y en menos tiempo. Esta es nuestra primera cosecha, pero en el año vamos a hacer cinco pasadas hasta agosto para ir sacando los frutos maduros”, explica Mejía.
Un producto alterno
“El café es un producto alterno a la economía de la familia. Ellos al verse disminuidos con la plaga, que ha atacado a las plantas, han decidido intentar nuevamente, pero con una variedad resistente a la roya”, comenta Pérez.
El paquete de trabajo de la WCS se enfoca en el fortalecimiento de actividades económicas sostenibles en la zona.
Retomar la actividad cafetera implica un aporte a su conservación.
Café Leco y el precio
El nombre provisional para la primera cosecha es Café Leco y se estima que el cuarto de kilo molido cueste en el mercado 30 bolivianos.
Según un análisis previo se espera que este año su primera cosecha produzca de 150 a 200 quintales de pergamino seco. Actualmente, el precio de cada quintal, de 50 kilogramos, es de alrededor de 1.250 bolivianos.
Desde este año, se está introduciendo la variedad Castillo de Colombia. Paralelamente, se ingresará a un periodo de transición, que se prolongará por tres años, con el objetivo de determinar la productividad, y otros aspectos, que les permita obtener un producto aplicable a la certificación orgánica.
Según información del responsable técnico este año se implementará la variedad colombiana Castillo con la finalidad de que diversifiquen sus cultivos.
Fuente: Pagina Siete