El crecimiento de grandes imperios tecnológicos alrededor del negocio de los datos personales, el fenómeno de las fake news y el poder de acaparar y manipular la atención por parte de Facebook, Twitter o Instagram. Cuáles son los peligros más apremiantes que reconocimos en el último año.
Facebook, quizás la más emblemática y sin duda la más poblada (poco más de 2.000 millones de usuarios), se veía en 2017 envuelta en el escándalo de las noticias falsas y la injerencia de los servicios de inteligencia rusos, acumulaba críticas y cerraba el año con el “arrepentimiento” de varios ex ejecutivos que advertían sobre el efecto nocivo de la plataforma en la sociedad.
Twitter acentuaba aún más la pérdida de usuarios (para un total de 330 millones), concentraba las acusaciones de división social y se convertía en un campo de batalla de los “trolls”, todo esto mientras seguía registrando pérdidas económicas y provocaba dudas sobre su modelo de negocios.
Sin contar a otros pesos pesados como Instagram y YouTube, así como también QQ y WeChat en China.
“Las redes sociales ya no son un artilugio ni una novedad: son una parte importante en la vida diaria de muchas personas alrededor del planeta. Así que debemos preguntarnos, ¿hay justicia en el modelo actual?”, se preguntó Konstaninos Komaitis, director de desarrollo de políticas en la Internet Society y experto en gobernanza en Internet, en diálogo con Infobae.
Mientras que Chamath Palihapitiya, ex vice presidente para el crecimiento de usuarios en los inicios de Facebook, dijo a fines del año pasado y frente estudiantes de la Universidad de Stanford que “el circulo que creamos de feedback basado en el corto plazo y la dopamina está destruyendo cómo funciona la sociedad”.
Apenas un mes antes Sean Parker, primer presidente de Facebook y emprendedor del servicio de intercambio de música Napster, aquel que a fines de la década de 1990 y aún con conexiones telefónicas de Internet hizo temblar a la industria discográfica, se sinceró sobre los orígenes de la red social.
Parker aseguró que conscientemente explotaron “una vulnerabilidad en la psicología humana” con el sistema de los “me gusta” y la felicidad o miseria instantánea que producía mediante esas descargas de dopamina.
“Lo entendíamos, y lo hicimos de todas maneras”, dijo sobre la plataforma que parecía causar conductas similares a la adicción.
Un informe de la Royal Society for Public Health, una entidad de caridad basada en Gran Bretaña, sobre 1500 jóvenes entre 15 y 24 años concluyó que el uso de estas plataformas tiene un efecto negativo en la percepción de la imagen corporal, afecta la calidad del sueño y genera depresión, soledad y ansiedad.
Citado el año pasado por el periódico The Guardian, el informe apunta especialmente contra Instagram, la red social que gira en torno al culto a la imagen, aunque también denuncia a Facebook, Twitter y Snapchat. Sólo YouTube, señala, parece estar exento.
En el experimento basado en una muestra de casi 700.000 usuarios, realizado con asistencia de la empresa, se modificó el algoritmo que selecciona las noticias que aparecen en el News Feed para mostrar a un grupo, durante una semana, un número mayor de contenidos considerados “positivos” de los que se hubiera mostrado normalmente.
Otro grupo fue sometido a un News Feed distinto, con un mayor contenido considerado “negativo”.
Para los investigadores esta es la primera evidencia científica el contagio masivo que se produce en redes sociales. “Los resultados sugieren que las emociones expresadas por amigos a través de las redes sociales influencian nuestro humor”, señala el artículo.
¿Intervención estatal?
El año pasado también abrió las puertas a nuevos debates por una mayor intervención de los estados para regular el funcionamiento de las redes sociales, y la Unión Europea tomó la iniciativa con un nuevo Reglamento General de Protección de Datos que entraría en vigor en mayo de 2018.
Esto puede tener efectos importantes en el modelo de negocio de las redes sociales, que en forma simplificada consiste en recolectar información privada, formar perfiles de consumidores, y venderla a agentes de publicidad y empresas.
“Habrá que verlo cuando entre en vigor para saber si es una protección real a estos datos sensibles. Hoy en día existe legislación en Francia o España por la cual Facebook ha sido multado y este reglamento parece apoyarse en eso”, señaló a Infobae Angel Cueva Rumín, doctor de Ingeniería Telemática y profesor en la Universidad Carlos III que forma parte de un equipo de investigación sobre el funcionamiento de Facebook.
A este nuevo paquete de medidas podemos sumar los pedidos de una intervención más directa de los estados para intentar desmantelar los grandes imperios de redes sociales.
Facebook es dueño también de Whatsapp e Instagram. Google, el otro gran actor en el mundo de la información privada, posee YouTube. Twitter ha comprado Periscope y Bluefin Labs.
Por otro lado, Komaitis considera que “las empresas deben actuar responsablemente y permitir que los usuarios entiendan cuándo y cómo se usa su información personal”.
El director en la Internet Society, una organización estadounidense sin fines de lucro que desde 1992 intenta promover un uso responsable de la Internet, también destacó la necesidad de establecer “mecanismos de rectificación” para los usuarios que sean sometidos a usos no autorizados de su información.
“Debemos encontrar la manera de colocar a los usuarios y sus intereses de nuevo en el centro de lo que ocurre en Internet”, explicó, aunque recordando que estos esfuerzos no deberían afectar la naturaleza descentralizada de la red y sus valores de integridad y alcance global, accesibilidad e innovación.
A comienzos de febrero un estudio de la Universidad Carlos III de Madrid, cuyo departamento de Ingeniería Telemática realiza investigaciones sobre el funcionamiento de Facebook, señaló que sólo en Europa la red social maneja datos sensibles del 25% de la población (la cifra sube al 40% contando sólo a los usuarios), a la cual tiene “etiquetada” según datos como la ideología política, sexo, religión, salud y origen étnico.
Estas etiquetas incluyen términos como comunismo, islam, biblia, prevención de suicidios, homosexualidad, oncología, inmigración ilegal, identidad de género o nacionalismo, según destacó la agencia EFE, basadas en los “me gusta” así como también en el contenido de comentarios y los clicks en anuncios publicitarios.
“Grupos de extrema derecha, por ejemplo, podrían hacer fácilmente una campaña de odio contra cualquier usuario en base a esas etiquetas sensibles, como la de homosexualidad”, explicó. “Sólo basta un sencillo ataque de phishing”, agregó.
El investigador español explicó que durante sus experimentos el grupo en la Universidad Carlos III logró llegar en Facebook a 25.000 personas etiquetadas de una manera particular con una inversión en publicidad de sólo 35 euros.
Sólo a manera de ejemplo, si quisiéramos hacernos con una base de datos de personas homosexuales, musulmanas, judías, socialistas, etc. sólo bastaría pagar a Facebook para lanzar un contenido fraudulento hacia un grupo con esas etiquetas, y esperar a quienes caigan en la trampa y revelen quiénes son.
“Estos ataques tienen una eficacia cercana al 9%”, señala Cuevas Rumín.
Komaitis concuerda en que el aspecto de la seguridad es el talón de Aquiles de las redes sociales: “Hemos presenciado como actores externos manipulan estos sistemas”.
Los investigadores de la Universidad Carlos III también hallaron que las mujeres están más presentes entre los “etiquetados”, una práctica que se hace sin el conocimiento de la persona, y que el grupo más expuesto es el de jóvenes de 20 a 39 años.
La herramienta desarrollada por el equipo de trabajo para llegar a estos hallazgos es la Facebook Data Valuation Tool (FDVT), que está disponible para el público.
El funcionamiento es sencillo. Si instalamos esta extensión en un navegador de preferencia y poseemos una cuenta de Facebook, podemos monitorear en tiempo real cuánto dinero está ganando la empresa de Zuckerberg con nuestra navegación casual por el muro de un “amigo”, por el News Feed, un juego o lo que sea que hagamos.
Además, la herramienta nos permitir conocer cuáles etiquetas Facebook nos ha asignado en base a nuestros intereses, nuestras interacciones y nuestras navegaciones.
La era de las noticias falsas
Facebook es el segundo mayor anunciante del mundo después de Google, cuyo manejo de la información privada de los usuarios es también motivo de fuertes controversias.
La red social no produce contenidos, sólo los etiqueta, selecciona y filtra mediante un complejo algoritmo, y los presenta luego en su News Feed, la herramienta lanzada en 2006 para concentrar noticias de todas las fuentes posibles en una misma aplicación que hacía la tarea de informarse mucho más fácil que saltar de página en página buscando manualmente diferentes noticias.
Pero su algoritmo falló o no estuvo diseñado para hacer frente al fenómeno de las Fake News, o noticias falsas lanzadas por diferentes actores con intenciones políticas, que en los últimos años han estado afectando al campo de las redes sociales.
“Y gracias a la automatización, actualmente Facebook no puede prevenir el daño. Va a volver a suceder, una y otra vez, hasta que tome medidas enérgicas”, agregó.
La misma red social estimó el año pasado que 126 millones de sus usuarios estuvieron expuestos entre 2015 y 2016 a noticias falsas presuntamente fabricadas por agentes de inteligencia rusa para interferir en las elecciones en Estados Unidos.
Otras 130.000 fueron a parar a Twitter y mil videos llegaron a YouTube.
En el caso de la primera, se identificaron también unas 36.000 cuentas relacionadas con la Internet Research Agency, la agencia de inteligencia rusa que se cree detrás de la campaña, que movieron estos contenidos falsos unas 1,4 millones de veces generando 288 millones de visualizaciones.
Algunos de los contenidos compartidos denunciaban que la candidata demócrata Hillary Clinton, que perdió las elecciones contra el republicano Donald Trump, mantenía una red de prostitución infantil en una pizzería. O que estaba personalmente involucrada en la venta de armas al grupo terrorista Estado Islámico (ISIS, en inglés). O bien que el Partido Demócrata buscaba imponer la sharia, la ley islámica, en el estado de Florida.
En este contexto Facebook anunció en enero que reduciría en un 20% la cantidad de noticias, para fomentar la vinculación entre usuarios, y que revisaría el algoritmo, con escaso éxito al momento, para remediar el problema.
Pero que una de las primeras reacciones al anuncio haya sido la caída de sus acciones demuestra que esto puede afectar seriamente a su modelo de negocios.
Vigilancia, información y publicidad
“La vigilancia es el modelo de negocios de Internet. Creamos sistemas que espían a la gente a cambio de servicios. Las corporaciones lo llaman marketing”, sostuvo el experto en ciberseguridad y criptógrafo estadounidense Bruce Schneier en una conferencia en Estados Unidos en 2014.
Las personas claramente valoran los servicios que reciben online, explica Naughton, pero históricamente han sido reacios a pagar por ellos. Por otro lado las empresas puramente tecnológicas han puesto como prioridad el crecimiento y la formación de redes, para lo cual les resulta conveniente ofrecer servicios gratis.
De esta forma el modelo de negocios, basado en la publicidad, se sostiene en ese acuerdo tácito entregar información personal a cambio de servicios, para que luego esa información sea usada para direccionar anuncios.
“Muchas personas no entienden el trato que hacen cuando participan en las redes sociales. Gratis no siempre significa gratis”, explica Komaitis. “Usualmente, hay un precio: el valor monetario de tu información personal y, mas importante, la pérdida de privacidad”, concluye.
Fuente: Infobae.